¿Qué es el minimalismo?

Al escuchar minimalismo a mucha gente se le vendrá a la cabeza la imagen de una habitación casi sin muebles, paredes blancas sin un sólo cuadro y una vida sin objetos materiales como la de un monje budista equipado únicamente con una túnica y un par de sandalias.

Aunque ese monje que nos imaginamos es seguramente minimalista, no es necesario llegar a esos extremos para ser minimalista. Y como es bueno tener una definición común antes de ponerse a hablar de las cosas, aquí va mi intento de definir qué es el minimalismo. Aquí no hablamos de la corriente artística, así que la segunda definición de la R.A.E. nos viene muy bien para empezar:

Tendencia estética e intelectual que busca la expresión de lo esencial eliminando lo superfluo.

Muy importante la última palabra: superfluo.

El minimalismo consiste en evaluar cuales son nuestras prioridades en la vida para así poder identificar lo superfluo (lo que sobra) y deshacernos de ello. Al quitar lo superfluo tendremos más tiempo, espacio o dinero para dedicarnos a lo verdaderamente importante.

¿Y qué puede ser lo superfluo? Tus posesiones, ideas, relaciones con otras personas, actividades que realizas… Todo está sujeto a ser analizado. Si no te aporta felicidad, mejor deshacerse de ello. Pero eso sí, no te deshagas de tus hijos o si te vas a deshacer de tu mascota, dala en adopción ¡no la abandones!

Por eso la imagen de la habitación blanca es sólo una parte del minimalismo, la material, pero el minimalismo no está limitado únicamente a lo material. O sobre todo, la habitación minimalista es una consecuencia de aplicar los principios del minimalismo, no un fin en si. Si empezamos a tirar todas las cosas que tenemos porque «nos hemos hecho minimalistas» sin de verdad evaluar su necesidad o si nos importan, puede que terminemos arrepintiéndonos y volviéndolo a comprar, o sintiéndonos desdichados por no tener esas cosas. Por supuesto, ese no es el objetivo.

Si hay cosas materiales que te aportan felicidad, no hay nada malo en tenerlas. Si por ejemplo, tener una estantería llena de libros es algo importante para ti, de la que disfrutas con frecuencia, está bien. Ahora si tienes un montón de libros acumulados que nunca más vas a leer y que sólo toman espacio y acumulan polvo… pues a lo mejor es buena idea deshacerse de ellos, o por lo menos de su mayoría. Al plantearte la pregunta de si los libros sobran o no, podrás darte cuenta de cuanto valor le asignas a cada uno, y si de verdad los consideras algo que necesitas, ¡no los tires!

Lo mismo puede aplicarse a las cosas que hacemos y las relaciones que tenemos. Al fin y al cabo, todo lo que no aporta está tomando nuestra energía y tiempo, y deshacernos de ello nos devolverá esa energía y tiempo para enfocarnos en lo que verdaderamente es importante y nos hace felices.

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