Autolimitarse para aumentar la creatividad

Vivimos en un mundo lleno de opciones, a veces demasiadas opciones. Barry Schwartz explica brillantemente en «The paradox of choice» como demasiada oferta a la hora de elegir nos deja paralizados y después de haber elegido, algo infelices. La parálisis tiene una explicación clara, al haber tantas opciones nos bloqueamos ya que no queremos equivocarnos en la decisión. La infelicidad que viene después es más compleja, pero viene relacionada con la oferta igualmente: ¿Habré escogido la mejor opción? Y si no la he escogido habiendo tantas opciones es porque me he equivocado. Ergo, el culpable soy yo.

De estas dos consecuencias vamos a centrarnos en el bloqueo para decidir, sobre todo a la hora de crear algo y de como ponerse límites puede ayudar a sortear este problema.

Autolimítate

El miedo a una página en blanco para un escritor no es más que un bloqueo ante la infinidad de opciones con las que llenar esa página. Hasta que no has escrito la primera frase, cualquier frase es posible. En el dibujo digital tenemos infinitos colores para elegir y no los 12 que venían en nuestra caja de lápices de colores cuando éramos pequeños (y además a lo mejor uno de ellos era el blanco, ¡qué nunca usabas!). Elegir la paleta de colores adecuada puede durar horas. Tantas opciones nos bloquean en nuestro intento de crear algo.

Una forma de evitar ese bloqueo es ponerse limitaciones a uno mismo. Reduce la cantidad de cosas que puedes hacer para hacer más cosas. Ponte una regla, una exigencia, cualquier cosa que haga que tengas que decidir menos cosas, así evitas tener que decidir cada vez sobre ello. Al evitar ese bloqueo, empiezas a trabajar y como decía Picasso: «Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando». Mientras más hagas, más fácil será que surja la creatividad.

Hay varios ejemplos famosos de estas autolimitaciones, como por ejemplo Piet Mondrian que se autolimitó a usar ángulos de 90 grados y colores primarios. Pero hoy me ha gustado mucho la historia de cómo Dr. Seuss escribió sus más famosos libros infantiles.

Composición en rojo, amarillo, azul y negro, Piet Mondrian 1921
Composición en rojo, amarillo, azul y negro, Piet Mondrian 1921

La limitación de Dr. Seuss

En los años 50 estadounidenses había cierta preocupación acerca de los libros que se usaban a enseñar a leer en la escuela primaria. Por un lado un artículo de la revista Life de 1954 criticaba que estos libros fuesen tan aburridos y reclamaba mejores y más imaginativas ilustraciones. Por otro lado, el libro de 1955 Why Johnny Can’t Read (¿Por qué Johnny no sabe leer?) de Rudolf Flesch ahondaba en otros problemas como enseñar a reconocer palabras en vez de fonemas. Al final de este libro se incluían unas listas de palabras que un niño pequeño debería ser capaz de leer.

William Spaulding era director de la división de educación en la editorial Houghton Mifflin y en una cena con Theodor Geisel (Dr. Seuss) le propuso que crease un libro para escolares de 6 y 7 años con capacidad de lectura básica y, aquí es donde entra la limitación, le dio una lista de 400 palabras de las que podría usar un máximo de 250. Con esta limitación creó en 1957 The Cat in the Hat (El gato en el sombrero) con solo 236 palabras diferentes. 3 años después ya habían vendido más de un millón de copias del libro y era todo un éxito.

Queriendo ahondar más en la limitación, el editor de Dr. Seuss le propuso tiempo después otro desafío (apostando 50 dólares de la época), que esta vez no sería capaz de crear un libro entero usando sólo 50 palabras diferentes. Y como si a mayor limitación, mayor fuese el éxito, Dr. Seuss creó en 1960 Green Eggs and Ham (Huevos verdes con jamón) que a fecha de hoy ha vendido más de 8 millones de copias. Por cierto, el editor nunca le pagó la apuesta, pero supongo que dado el éxito de los libros, a Dr. Seuss no le importó mucho.

Como dice en la esquina superior "Puedo leerlo entero yo solo"
Portada de Green Eggs and Ham por Dr. Seuss