Como fuerza de voluntad o autocontrol se conoce a la capacidad que tenemos para dominar nuestras emociones, pensamientos, deseos… Algo así como la capacidad para frenar nuestros impulsos primarios y evitar una gratificación instantánea a cambio de lo que pensamos que es mejor en un plazo más largo. Se puede ver fácilmente que diferentes personas tienen diferente capacidad de autocontrol, pero ¿cómo funciona?
A mediados de los años 90 había 3 teorías diferentes acerca del autocontrol:
- Es un simple tratamiento de información. Tu mente se da cuenta de la tentación, piensa en qué hacer y lo haces.
- Es un tipo de energía o fuerza (de aquí lo de fuerza de voluntad) que se usa en cada decisión.
- Es una habilidad que se puede aprender.
En aquella época no se daba mucho crédito a la segunda teoría, y entonces Roy F. Baumeister condujo su famoso experimento Agotamiento del Ego: ¿Es el yo activo un recurso limitado?
Chocolate y Rábanos
En una primera parte, un grupo de personas entró en una habitación que olía a galletas de chocolate recién horneadas. Dentro de la habitación podían ver y tocar las galletas en sí junto con otras delicias de chocolate. A unos participantes se les pidió que comieran las galletas y a otros se les pidió que comieran rábanos. Un cambio no muy favorable.
Los participantes que tenían que comer rábanos estaban claramente sufriendo en esa sala. Veían como otras personas podían comer las galletas, e incluso alguno llegó a coger una galleta para poder olerla mejor. No se podían comer, pero de oler no habían dicho nada.
Tras la experiencia con los chocolates y rábanos venía la segunda parte del experimento. Se informó a los participantes que era una prueba para otro estudio no relacionada con la anterior, aunque realmente era la parte principal del experimento (trucos de experimentos psicológicos). Tenían que resolver un problema que era imposible de resolver, pero que ellos (por supuesto) no sabían que era imposible.
Primero les explicaban como resolver el problema con unos ejemplos sencillos que sí tenían solución y luego dejaban a los participantes solos con los problemas que no se podían resolver. Como instrucciones les informaban que no importaba cuántas veces probaran o cuánto tiempo tardaran. Lo único importante era conseguir la solución o no. Si querían rendirse, tan sólo tenían que hacer sonar una campanilla.
En esta parte del experimento había otro tercer grupo (de control) participando. Eran personas que no habían pasado siquiera por la sala de las galletas ni habían olido el chocolate. La idea era ver si el haber estado tentado con el chocolate afectaba al tiempo que se dedicaba a solucionar el problema, y los resultados fueron claros: los que habían comido rábanos y no habían podido comer chocolate se rindieron tras unos 8 minutos mientras los que habían podido comer galletas, tras unos 19 minutos.
Tiempo que tardaron en rendirse:
- Grupo Rábanos: 8min 35s
- Grupo Chocolate: 18min 90s
- Grupo de Control: 20min 86s
No hay mucha diferencia entre el grupo de control y el grupo que comió chocolate, pero los pobres que tuvieron que contenerse para no comer chocolate se rindieron significativamente antes.
Agotamiento del Ego
La conclusión que podemos sacar de este experimento es que la fuerza de voluntad se agota con el uso. Pero no es sólo que si tenemos que contenernos durante un tiempo cada vez más largo nos va a resultar más difícil, sino que para la siguiente tarea que tengamos que realizar vamos a tener menos fuerza de voluntad, aunque la segunda tarea no tenga nada que ver con la primera.
Este estudio ha sido usado como base para cientos de estudios más en la materia de la fuerza de la voluntad. De ellos hemos aprendido que el agotamiento de la fuerza de voluntad no sólo ocurre al tener que ejercer autocontrol. Tomar decisiones, elegir entre varias opciones, tomar la iniciativa o planificar cosas son varias de las actividades que también agotan a nuestra fuerza de voluntad.
Un claro ejemplo sería hacer la compra en el supermercado. Entras y tienes que estar constantemente tomando decisiones. ¿Qué marca de leche? ¿Cuántos yogures? Hay pollo de oferta, ¿lo llevamos? ¿Merece la pena ese 3×2?… y así hasta que llegamos a la caja registradora a pagar y nos plantan en la cara un montón de chocolatinas y dulces. Y claro, compramos.
Otras nuevas ideas, que vienen de estudios derivados, apuntan a que la fuerza de voluntad está relacionada con el actual nivel de energía de nuestro cuerpo, como el nivel de glucosa en sangre. La energía disponible para nuestra fuerza de voluntad no sería sólo una metáfora para que podamos entenderla mejor, sino que con menos energía corporal, menor fuerza de voluntad. Esto explicaría por qué algunas personas son más bordes cuando están enfermas: su sistema inmune está usando gran parte de su energía, así que no les queda mucha para ser pacientes (Aunque hay quien ni con la energía a tope).
El vestuario de Steve Jobs, Barack Obama y Mark Zuckerberg
No es que estas tres personas tuvieran el mismo fondo de armario entre sí, pero si piensas en ellos, es seguro que los visualices de la siguiente manera:
- Steve Jobs: jersey negro de cuello de tortuga, vaqueros y zapatillas deportivas
- Barack Obama: traje azul o gris
- Mark Zuckenberg: camiseta o sudadera gris
Además de crear una sensación de «marca personal», una de las razones por las que reducían las opciones de su armario (a veces reducir hasta dejar una única opción) es para evitar la fatiga por decisión, que es una de las razones con las que hemos visto que se reduce nuestra fuerza de voluntad. Estos tres personajes cada día tenían que tomar un montón de decisiones de gran impacto y es comprensible que quisieran eliminar la primera decisión del día: ¿Qué me pongo?
La conclusión no es que tengamos que reducir nuestro vestuario para tener más fuerza de voluntad (aunque podrías), pero lo más importante es darse cuenta de que es mejor tomar las decisiones más importantes del día cuando estamos todavía frescos y llenos de energía y no cuando estamos al final de la jornada y agotados. Si tienes que decidir algo importante por la noche, mejor déjalo para la mañana siguiente. Y por supuesto, reducir el número de cosas que tenemos que decidir al día también nos ayudará, aunque puede que tu entorno no sea tan comprensible si llenas tu armario de camisetas grises…